Sentirte mal en el transporte público


Un tema… Complicado. ¿A quién no le ha pasado alguna vez de sentirse mal dentro de un transporte público? Es muy feo. Casi que prefiero que me pase en la calle antes que en un transporte público. Al menos podés tomar una decisión sin tener que depender de alguna forma de los demás.

Ayer iba en el subte D camino a 9 de Julio. En una estación -creo que fue Bulnes- se subió una pareja con una nena de unos 9 años. El subte estaba lleno, como es de esperarse a las seis de la tarde. En seguida, alguien les dio el asiento a la nena y a la madre…Me llamó la atención. Quedaron sentadas frente a mí, y ahí fue cuando entendí por qué. La pobre niña estaba blanca como un papel. La madre tratando de darle agua saborizada de pomelo en la tapita de la botella. Creo que estaba tan nerviosa la pobre nena que ni podía tragar. No llegué a entender lo que le había pasado. Hablo en pasado porque la madre no paraba de repetirle «ya está, ya pasó», intentando minimizar el evento evidentemente traumático para su hija. Pero cómo les explico la cara de angustia y terror que tenía esa niña. Me dio mucha pena.

De inmediato pensé «que feo sentirte mal en un transporte público». Sobretodo en un subte donde no tenes más que mirar a la persona que tenés en frente. No sé si a ustedes les pasa igual, pero cuando yo me siento mal no quiero que nadie me mire. Quiero pasar desapercibida, lidiar con mi dolor sin que ninguna persona se de cuenta. No sé por qué. Supongo que para restarle importancia al hecho. Si todos te están mirando con cara de preocupación, te asustás más. Si te miran con indiferencia, te da bronca (-¡Qué insensible esta gente che!- pensás para tus adentros). Si te miran y se rien, ya sea hablando por teléfono o con otra persona sin siquiera respetar tu dolor, es bastante cruel; aunque no podés culparlos por no darse cuenta.

La mirada de terror de la nena me llegó. Sentí lo que se llama empatía. Ví que la madre no le daba tanta bola y se ponía a charlar con su esposo como si nada. Entonces intenté buscar una mirada. Una mirada que fuera la correcta. La mirada que me gustaría recibir si yo me sintiera mal. Una mezcla de «va a estar todo bien» y de «te entiendo, tranquila». Creo que la encontré porque hubo un cruce de miradas y de energías con la nena. Me dio la sensación que lo logré. La expresión de su cara cambió. Sentí que algo en su pesar se había alivianado. Tal vez fue un delirio mío. A lo mejor nada tuvo que ver con mi mirada. Pero me encantaría creer que sí.

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3 respuestas a Sentirte mal en el transporte público

  1. Cristian dijo:

    Pobre nena… esas escaleras mecanicas nos atemorizan a todos, son una trampa mortal!!

    🙂

  2. Dicen que lo gestual ocupa una gran parte de la comunicación. Estoy segura que una mirada tranquila y empática le habrá cambiado aunque sea un poco su panorama. No tengo dudas!

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