El Belgrano Norte: 1 viaje en el tiempo

El tren tiene algo que te transporta a otra época. Su estética te ubica en otro contexto espacio-temporal. No puedo evitar pensar en lo atractivo y lo bello de viajar en tren en el momento de su aparición. Lo pintoresco de esos tiempos. La inocencia, lo naif de su gente. El gran acontecimiento que significaba. Lo especial de la situación.

Todo en el Belgrano Norte resulta atractivo: su locomotora de antaño; su color rojo intenso; el aire fresco que corre por sus ventanillas; el movimiento conocido y rítmico que funciona casi como una mecedora; el sonido tan constante, tan esperado; el juego de luces y sombras que hace el sol en el piso; inclusive el olor, ese olor a tren…

No hay tal tranquilidad como la de viajar en un tren así casi vacío. La gente en silencio. La contemplación absoluta. La paz que te da el paisaje. El ir a un lugar distinto, una realidad que nos espera sin impaciencias, casi estática.

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Golpecito en la nuca

¡Cómo tuve que reprimirme para no darle  un golpecito seco en la nuca a la mujer de adelante! Mi mano parecía tener vida propia, claramente quería golpearla ¿Vieron esa sensación de verguenza ajena mezclada con bronca, decepción e indignación? Todo al mismo tiempo y casi en proporciones iguales.

Sólo bastó que comiera un caramelo y sin siquiera dudarlo un instante, sacara automáticamente el brazo por la ventanilla y tirara con descaro el papelito como quien arroja pan a las palomas.

Despreciable. Insostenible.

Un golpecito en la nuca de lección ¡Qué ganas!

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Cuando te obstruyen las salidas

Las dinámicas dentro del colectivo son casi infinitas. Sólo es cuestión de hilar más fino para poder verlas. Una de ellas se da a través de la obstrucción de una persona hacia otra por medio de la acción de sentarse en el asiento contiguo en el momento equivocado. Esto quiere decir que aquel que ya se hallaba sentado tenía la clara intención de salir en poco tiempo de allí. Las razones pueden variar. Entre ellas, las dos más comunes:

  • Querer bajarse pronto sin tener que levantarse del asiento con mucha anticipación.
  • Querer cambiar a un asiento mejor y por eso estar alerta al lugar idóneo.

El que obstruye muchas veces no nota que está ejerciendo dicha acción. Sin embargo, hay otros que claramente tienen la intención de hacerlo ¿Por qué? Porque así son los juegos del colectivo. Está todo implícito, sépanlo.

Ahora, ¿Qué hacer cuando nos realizan esta jugada? Lo más simple: hacer como si nada, como si no nos importara. Es la única manera de ganarle al que te arruina tu plan de fuga inminente. Indiferencia pura.

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La E

¡No sabes lo que me pasó hoy de vuelta del trabajo! Iba en el subte E desde Medalla Milagrosa al centro, sentada casi durmiéndome, cuando de repente algo horrible. De la nada, como una ráfaga, el subte pasa por un lugar donde el suelo estaba inundado y en un segundo: un enchastre! Una enorme cantidad de líquido marrón y hediondo salpica a una chica y un tipo que estaban parados cerca de la ventana. Los bañó boluda, posta que los bañó. En seguida, escucho al guarda que le grita a otro «¡Viste que te dije que teníamos que quejarnos de los deshechos cloacales, otra vez ensució a la gente!» Acto seguido: todos solidarizándonos con ellos, dándoles carilinas y pañuelos para que se limpien. ¡Un asco boluda! ¡Fueron empapados de mierda! ¿Te das cuenta? Uno no se puede relajar ni en pedo porque de la nada podes estar bañada en mierda!

Esta historia comenzó a resonar en mi cabeza a medida que bajaba en estación Bolívar del subte E. Nati siempre se toma el subte E volviendo de su trabajo. En cambio para mí, digamos que era mi primera vez. Lo más importante: procurar estar lejos de las ventanillas. Un calor agobiante, pero lejos de las ventanas.

Inevitable: comparar.»Mmm como un A pero más sombrío. Un poco más under» Pero las luces antiguas y los nombres de las estaciones escritos en azulejos similar, pintoresco.

La gente: extraños. Intentaba poner cara de que era una más, que era normal para mí tomar ese subte. Malísima actriz. Todos lo supieron. Me miraban como sapo de otro pozo.

Llegar a Varela: salir al corazón de un barrio desconocido. Chica de Avenida Corrientes y 9 de Julio en un barrio tan barrio es gracioso, desubicado. San Telmo es un barrio, pero no. No lo es. Aunque sí lo es. Está conformado por una pluralidad de gente. Está abierto a chicas de Avenida Corrientes y 9 de Julio, a muchachos del 18eme de Paris, a hippies chic que se sienten en su esencia, a viejos que hace 40 años viven allí.

En fin, nunca se deja de conocer Buenos Aires. Ampliando conocimientos. Seguimos.

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Bla, bla, bla

Hoy el colectivo estaba exactamente como quise toda la semana pasada ¡Por fin se fueron! Paz, tranquilidad, espacio libre…rapidez? No tanto, les cuento por qué.

No sé si alguna vez les pasó esto pero mi colectivero estaba con muchas ganas de conversar. Pero no de conversar con alguien dentro del colectivo, sino con cualquier otro chofer que se cruzara por su camino. No importaba la línea, tampoco si estaba del lado de su ventana o si tenía que abrir la puerta para que lo escuchara. Una verborragia como pocas veces vi en un hombre tan temprano a la mañana. Y por supuesto a los gritos, ya que para que se escuchara de colectivo a colectivo había que esforzarse un poco. Entonces el viaje se volvió en una especie de carrera, o mejor dicho de acercamiento a otros colectivos con ánimos de conversar. Me sentí dentro de una persona que en una fiesta del trabajo hace sociales con sus pares. El colectivo se volvió todo un organismo, un gran instrumento para un fin que no era el nuestro. Nosotros estábamos ahí de casualidad. Se acuerdan de la película que a Dennis Quaid lo hacían miniatura y por error lo inyectaban en el cuerpo de Martin Short? Bueno, algo así.

Sí, ya sé, estoy delirando. Supongo que es el calor.

 

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Maldito aumento

El aumento del subte no hizo más que alejar aún más el milagro del que hablo en el post anterior. La gente negada a  pagar el nuevo precio del boleto, se aferra a los colectivos sin dudarlo. Si bien, los aumentos fueron postergados una semana, creo que el pánico ya se expandió y muchos más se suman a las colas de los colectivos. Hoy viajé en un 29 como nunca antes. Terceras filas de gente parada…se entiende? Cuando estás atrás de la gente que está atrás de la gente que se agarra de los pasamanos de los asientos….Una joyita. Y con este calor tan simpático, imaginate.

Creo que se viene un enero poco inspirador para elviajedelcolectivo.

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Esperando el milagro

Enero es un mes especial para todos aquellos que nos quedamos en Buenos Aires. La ciudad queda cuasi desértica. El ritmo cambia y las pulsaciones bajan. Todo es más tranquilo, más pacífico.

El consuelo de pasar el verano en el asfalto siempre fue para mí, la baja en la cantidad de gente, ya sea simplemente para caminar por las calles, hacer compras, ir a comer afuera o….viajar en colectivo.

Pero hete aquí que es miércoles 4 de enero y todavía no veo el cambio! ¿Qué está pasando?

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Cuando se desvía el 152

Se ven calles como esta….

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Todas las miradas

Hay veces que creo que no lo puedo soportar.

Estar sentada en un colectivo lleno de gente requiere de coraje y de mucho carácter. Todas esas miradas, esa energía puesta en contra tuya. Desean que te pares, que te bajes, que les dejes tu asiento espacioso y mullido. Toda esa incomodidad puesta como un grito de exigencia. La presión es imperceptible para algunos, para personas sensibles como yo, no. Ciertas personas más predecibles lo llamarán paranoia, otros simple excentricidad. Pero bancarse tu lugar en un colectivo repleto, lleno de miradas cansadas, hostigantes, molestas, calurosas, con bolsas, zapatos que apretan, roces que incomodan, no es tarea fácil.

Y mientras… vos sentado, leyendo un libro, comiendo un alfajor, escuchando música, mirando por la ventana con una leve brisa en tu rostro. Es casi como una provocación abierta.

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Colectivo a domicilio

Supongo que a muchos ya les habrá pasado; pero sigue siendo un hecho que pertenece al mundo de lo fantástico.

Domingo 25 de diciembre. Me tomo el 29 para ir a lo de mis viejos. Tengo la suerte de no tener que esperarlo más de 5 minutos en la parada. Me subo. Saludo al chofer -un gordito con anteojos de sol cancheros- y me siento. Esto fue alrededor de las 16.10hs.

En la casa de mis padres, tomamos café, comimos torta y charlamos. A eso de las 19.20hs me fui para tomarme nuevamente el 29. Lo esperé un ratito y cuando llegó…el gordito con anteojos de sol cancheros, otra vez.

Me parece increíble pensar que mientras yo conversaba, tomaba la merienda, elegía ver unos vuelos en internet, estaba tardando el tiempo justo y exacto para coincidir con que ese chofer tardara lo que tenía que tardar en hacer todo su recorrido y llegar a la parada donde yo lo esperaba para cumplir el círculo del destino.

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